ENTREVISTA. ‘No hay misterio mayor más apasionante que las relaciones humanas.’

 

 

 

PREGUNTA: ¿Cómo ha sido el proceso creativo de la novela? Imagino que ha sido largo y complicado el desarrollo de la imbricación de tantas historias.

 

RESPUESTA: Al comienzo, me dejé guiar por la intuición, que es lo que suelo hacer al narrar, en el sentido de permitir que los personajes fuesen contando cada uno la historia que llevaba a cuestas, y que los definía, sin preguntarme aún adónde me conducirían esas historias, ni cómo deberían entrelazarse inevitablemente, o reflejarse unas en otras como en un juego de espejos. La verdadera complicación ha sido, precisamente, eludir toda complicación o tornarla invisible, tratar de que todo pareciera sencillo.

 

P: ¿Hasta qué punto le ha influido el cine y la música?

 

R: Digamos que mi “cultura de la ficción”, por llamarla así, es casi tan cinematográfica como literaria, sin olvidar el teatro. Es verdad que hay algo en el libro de homenaje al cine, puesto que se habla de directores, de guiones robados, de rodajes, e incluso en cierta forma de narrar, en el punto de vista. La música tiene también mucha importancia. Hay algunas reflexiones acerca del silencio y la música, sobre alguna forma de interpretarla y el misterio de su efecto. Podría decirse que ha actuado como contrapunto no conceptual. Además, yo creo que toda novela tiene o debería tener como una “música” propia, igual que la tienen las películas.

 

P: A lo largo de la novela se percibe una obstinación o manía o preocupación por el paso del tiempo ¿le preocupa?

 

R: Creo que es a toda la sociedad actual -me refiero a la opulenta- a la que le preocupa en exceso el paso del tiempo, la caducidad, incluso de civilizaciones enteras. No creo que sea algo nuevo, sin duda ha pasado antes, aunque ahora parece como si tuviera lugar una especie de “aceleración del tiempo” , me refiero al psicológico, al tiempo percibido: vivimos en una sociedad acelerada, todo parece ir más rápido a medida que más nos preocupa eso. En la novela, a través de algún personaje, se enfatiza ese desasosiego por el final acelerado de las cosas, de la vida, a la búsqueda de otro tiempo psicológico distinto, de la vivencia menos neurótica del presente, del instante.

 

P: ¿Cómo ha sido la convivencia en el texto de los distintos tiempos, y distintos géneros o registros? A veces en presente, otras en pasado… a veces epístola, otras narración…

 

R: Ya he dicho que ha habido ante todo fidelidad a los personajes y a sus historias, y éstas requerían a veces ser contadas desde diferentes ángulos e incluso tiempos, por medio de cartas, de un diario, de sueños, de la propia voz del personaje narrando, que es como la realidad se expresa a nuestro alrededor, por medio de tantas facetas y voces. La clave creo que es la naturalidad, evitar artificios extravagantes, aunque procurando crear como un fondo, algo que casi pase desapercibido y que unifique, como la música del libro a la que antes me refería.

 

P: ¿Terror o misterio?

 

R: Prefiero el misterio, que está más cerca del intelecto que de las vísceras. El terror, aunque sea psicológico, siempre tiene algo de espasmo ciego; tal vez tenga más que ver con el instinto, seguramente de conservación. Pero el misterio creo que está en la esencia misma de la conciencia humana. Ella misma es misteriosa. El universo en sí es puro misterio.

 

P:. En la novela se advierten reminiscencias de Poe, Borges, Calderón ¿Le interesan esos autores? ¿Qué opinión tiene acerca de la llamada literatura de fantasmas?

 

R: Me halaga que alguien apunte esas posibles reminiscencias, porque esos autores me interesan y mucho, por diferentes motivos. Ya que hablábamos de misterio, creo que los tres tienen en común, pese a ser tan distintos, que consideran que la esencia del mundo es básicamente misteriosa, que la realidad puede ocultar algo imprevisible bajo algunas apariencias razonables. La buena literatura de fantasmas, que no creo que sea la de Borges o Calderón, aunque sí en parte la de Poe, sin olvidarse de Henry James, iría por parecidos derroteros. El fantasma no seria más que una proyección de ese aspecto misterioso de la realidad.

 

P: Pese al misterio que flota en la novela, al final parece que le ha dado más importancia a las relaciones humanas (pienso por ejemplo en las infidelidades, los celos, la desconfianza, la locura, el amor de algunos personajes), ¿es así?

 

R: Sin duda. Además pienso que pese a todas las explicaciones, más o menos convincentes, que legiones de antropólogos de distintas tendencias y escuelas puedan ofrecernos, no hay misterio mayor ni más apasionante que, precisamente, las relaciones humanas. Me interesa contar historias de seres humanos que buscan algo, a veces sin saber el qué.

 

P: Los espacios están muy bien definidos. ¿Le costó encontrar sus localizaciones?

 

R: La novela se desarrolla en la Barcelona contemporánea, en el París de los tiempos de la ocupación alemana, en el frente de Aragón de la guerra civil, en Ibiza y hasta en algún lugar recóndito de la selva amazónica, pero sobre todo en unos espacios que adquieren aires de territorios simbólicos: un viejo piso de Barcelona, un oscuro hotel del barrio Latino parisino, una casa rural ibicenca, la aldea de la selva. Me ha interesado más la creación de ambientes que la exactitud descriptiva.

 

P: La historia se va contando con los personajes, eso es algo muy cinematográfico, ¿no? Pienso, por ejemplo, en la relación entre Maura y Adrián; ¿es intencionado?

 

R: Sí, ya he aludido a ello. Los personajes y sus historias van componiendo la trama. Hay un punto de vista, que procuro que pase lo más desapercibido posible, que acompaña a los personajes, que se pega a ellos, casi se mete en ellos. Es una mirada invisible que observa y narra, que procura no juzgar. Es la mirada que, en última instancia, me gustaría que también fuese la del lector, como la de alguien que mira por el ojo de una cerradura, conmigo.

 

P: En la novela hay personajes resistentes, temperamentales, serios, enajenados… ¿cuáles le interesan más?

 

 

R: Bueno, creo que los personajes resistentes acaban siendo como una especie de testigos, a veces mudos o monolíticos, pero son los que permanecen cuando todo el mundo se ha ido. Sin embargo, los personajes que más me interesan son claramente marginales, no sé si considerarlos enajenados, aunque tal vez sí o por lo menos con una enajenación distinta de la mayoritaria. Me importan los que, a veces por pura inconsciencia, se atreven a meterse en los peores laberintos en lugar de mirarlo todo desde la barrera. Sobre todo me interesan los que luego, con idéntico entusiasmo y tal vez inocencia, regresan para contarnos lo que vieron o al menos para inventárselo. En definitiva, nada es tan genuinamente humano como contar y escuchar historias.