Publicado en Quimera en diciembre de 2002.

 

Esta segunda novela de Juan José Flores supone un importante paso hacia adelante en su calificación como escritor atípico, no en balde es uno de esos pocos autores que viven completamente al margen de los tejemanejes del mundillo literario, sólo pendiente de hacer una obra amena y ambiciosa, al ritmo que le exige su propia creación.

 

En el umbral es una novela sobre la perduración, tantos años después, de las consecuencias de la guerra civil, en la que aparece disuelta una poética del contar y un cierto arte de la memoria. Lo que aquí se relata es un episodio de la historia de la familia Sandoval, de la vida de los hermanos Lorenzo y Julián, de su parentela y alguno de sus más cercanos allegados.

 

El citado Lorenzo, el jefe del dividido clan, aparece como un activo falangista, triunfador en la guerra civil y enriquecido en la postguerra. Ha sojuzgado al resto de su familia, plegando a sus deseos a su casi arruinado hermano Julián. Su hijo mayor, Ramiro, escritor exiliado, se nos presenta como la voz disidente del grupo, al que ha plasmado en su obra, con trazos crueles.

 

La acción evocada transcurre en los primeros años sesenta, cuando está concluyendo la época más dura del régimen, con los preparativos de la boda de Aurora, nieta de Julián. Este acontecimiento propicia el regreso de Ramiro, auspiciado por su tío. Pero como las cosas no son a menudo lo que parecen, pronro se dan cuenta de que, en realidad, Lorenzo pretende tenderle una trampa, vengarse de la crueldad con que lo ha represenrado en su narrativa.

 

Todas estas peripecias, tras las evocaciones del pasado que nos ponen en antecedentes de las vidas de los personajes, y distintos avatares que transcurren en el presenre narrativo, confluyen en el velatorio de un muerto imaginario. Y en este singular espacio y sorprendente situación, aquellos que estaban convocados a una fiesta, se encuenrran ante un inventado difunro. Así, lo que iba a ser una boda se convierte en un entierro, en el de Gabino, el capataz de la finca.

 

La novela se divide en dos partes. En la primera se cuentan los antecedentes de la acción, mientras que en la segunda, de dimensiones similares, aunque mucho menos parcelada en capítulos, se relata la llegada de Ramiro a la finca familiar de Fuentalba, donde va a celebrarse el enlace.

 

La historia se cuenta veinticinco años después, a mediados de los años ochenta, cuando el narrador, Manuel, nieto de J ulián, aquel niño que se pasaba todo el tiempo escondido, observando a los demás, se siente capaz de contar las peripecias de su familia y los trágicos sucesos que se desencadenaron con la vuelta del escritor exiliado.

 

El narrador presenta a los personajes contando su historia, con la que logra singularizarlos y hacerlos familiares al lector cuando aparecen en la acción. Además de los ya citados, habría que destacar a otros de -por razones distintas– oscuro pasado, que tienen un papel protagonista en la novela: el republicano doctor Víctor Maldonado y Gabino, capataz de la finca y emigrante durante un tiempo en Argentina. Ambos gozaron de la protección de Julián en los difíciles años de la postguerra española. Los dos son también la fuente oral de las historias que ha recogido Ramiro en sus obras y que luego, salpimentadas por la imaginación y la memoria, adobará Manuel. Así, médico y capataz les proporcionan a ambos material de primera mano para que compongan sus narraciones. Con lo que puede observarse cómo los relatos orales se transforman en escritura, hasta tal punto que la ficción, en aquellas distintas versiones que se van sucediendo, acaba suplantando a la realidad.

 

Juan José Flores ha construido una novela amena y profunda en la que logra equilibrar pensamiento y narración. La presencia intercalada de varias historias de tono legendario (algunas tan inolvidables como la de la ciega Petra Hurtado y su ángel, que podría entenderse como un símbolo de la República; la de Darío, el zapatero adivino, frecuente aparición en los sueños de los personajes; la de la “mano fantasma” o la de Rosalía La Giganta) proporciona a esta obra una dimensión metafórica (sígase la de la muerte del pavo en un saco, excelente arranque de la novela y símbolo de toda la acción) que sirve de contraste al realismo de fondo, pero que también enriquece su sentido simbólico.

 

Uno de los mayores aciertos de esta novela estriba en que su autor, aunque se mueve en un territorio conocido, nunca se conforma con utilizar caminos fáciles o trillados, sino que siempre nos sorprende con alguna variante distinta o novedosa.

 

Casi todos los personajes de esta obra, armada con numerosas historias, hasta el punto de que podría definirse como el “relato de un relato”, se han quedado atrapados en su pasado. Son como náufragos, incapaces de soltar el pesado lastre que han ido acumulando a lo largo de una complicada existencia, al fondo de la cual late siempre la guerra civil. Sólo se salvan dos personajes que forman parte de la tercera generación de los Sandoval, los dos nietos de Julián. La otra rama, la de su hermano Lorenzo, simbólicamente, se queda sin descendencia. La joven Aurora es capaz de sortear su destino inicial, de romper su boda en el último momento para unirse luego a otro hombre. Y Manuel, el narrador, se libera del pasado relatando la historia de la familia; logrando, por tanto, lo que no consiguió su tío Ramiro, el escritor exiliado.

 

 

Juan José Flores ha construido una obra de estructura compleja pero de lectura amena y pensamiento sugeridor. No se la pierdan, es ya una de las más agradables sorpresas del curso literario.